La pandemia nos trajo luz, inspiración, creatividad, amor y agradecimiento.
Nos dimos cuenta que lo complicado no es siempre lo más bello; muchas veces,lo sencillo es capaz de elevarse a cumbres inimaginables de belleza. Son las cumbres de una belleza que va más allá de lo material y de lo sensible; belleza austera, belleza pobre, belleza pura, que irrumpe en lo más íntimo de nuestra alma.
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Con la belleza de los paseos por la naturaleza se despertó en nosotros la necesidad de dejar nuestra huella en el mundo, aportando nuestro valor a mejorar nuestro entorno, mientras potenciamos la belleza interna y externa de las personas y despertamos en ellas la necesidad de ser agradecidos y la importancia de amarse a uno mismo, creando un ciclo de vida sin fin.